02 noviembre 2004

El gran teatro del mundo

De puntillas sobre el alambre,la ciudad grande y difusa me adulaba.

Durante unas horas cada chispa de luz de las farolas y los rotulos luminosos bailaron para mí, se vistieron de gala por mi.
Las aceras se cubrieron de alfombras rojas y pisé con decisión taconeando calles y avenidas.

Merezco cada mimo, cada mirada que me lanzan al pasar, cada rabillo del ojo y cada sonrisa.

Me siento grande.
Al salir de nuevo a la calle desde un mundo de fantasía, me mandan un mensaje desde lejos: una amiga me recuerda que soy importante y eso me hace ser enorme y a la vez diminuta.
Una mano me pide la mía. La agarro con fuerza, sonrío y echo a caminar por la acera tumultuosa.

No te quiero por lo que eres o no eres, sino por lo que soy estando contigo. Es egoista quizás. Pero es tremendamente importante para mí, al menos ahora.

1 comentario:

Gaddira dijo...

lo leí y te vi asi andando entre luces, aunque tu siempre tuviste luz propia... un besito