10 noviembre 2004

Beberse los vientos

Me acerco al ritual.
De nuevo voy a estar sumergida en mi piscina de dulce medicina: Me voy a Cádiz otra vez.

Caminaré por la calle al llegar, y la madre de Trini se asomará al balcón y me dirá: "Pero niña, mírala, oye... ¿Otra vez estás aquí?"
La saludaré con la mano y ella pensará que me puse mi mejor sonrisa; no sabe que me la pintó el agua de la Bahía cuando me acerqué al entrar.

Adoquines de la calle de la Palma; el traqueteo de las ruedas de mi maleta pregonarán como el viejo de las arropías, que ya llegué. Huele la brisa a Cai. Huele mi corazón bailando a luz de ojos enamorados.

Subiré la escalerita de la casa de vecinos; crujirán los travesaños. Paca saldrá a la puerta y me dirá: " Qué pasa chocho?". La abrazaré, me abrazarán mil gaditanas en sus manos.

Mi niña está arriba. Mi niño también. Mi comadre se asoma al patinillo...

Estoy en mi casa. Adoro a mi gente. Tengo cuatro días para hacérselo saber.

2 comentarios:

Gaddira dijo...

sé lo que se siente, paz, una alegria que casi se desborda del pecho, un brillo en los ojos, una caricia en los oidos con cada palabra que pronuncían a tu llegada... el reencuentro con la gente, con el oceano y la bahía, con la brisa... con el viento y con las gaviotas sobrevolando el puente diciendote "tardaste mucho esta vez en regresar", un besito

Bogador y caminante dijo...

¡Bello cuadro! ... envidiable.