23 julio 2008

Poderosa



Ese cofre que cargas a llave cerrado
está lleno
y al caer en todo su peso, te yergües como altanera
y ya no ruedas por el suelo más.
Y entonces descubres que tus ojos miran con un universo dentro
que son calientes piedras de fuego capaces de atravesar y herir.
Aprendes a rugir pa dentro y a callar pa fuera.
Y no tienes miedo porque nada pierdes.
Un día sabes que adelante hay ya quizás menos camino que atrás,
y que al final será como al principio: tú y tú en la náusea de tu vientre,
pero esta vez con mucho de qué hablar.
O con nada más que decir.
Mientras, hay un inmenso claro de luna
que juguetea con sus destellos entre las hojas muertas y vivas.
Y bailas entre las bellas cosas del mundo y las abrazas.