02 julio 2004

Mi Cai

Mañana voy a ir a Cádiz.

Habrá gente que entienda la importancia que eso tiene para mí, y otras que no. Candela sabe lo que yo oigo cuando escucho nombrar a Cádiz, porque ella también lo oye; ahora seguro significa más aun que está más lejos.

Cádiz me quiere y me lo hace sentir desde el mismo instante en que la huelo aun sin divisarla; hubo un tiempo en que me era muy dificil encontrar la oportunidad de escaparme a amarla y en secreto, Candela y yo habíamos ideado la mágica fórmula para hacer que los dioses nos fueran propicios e hicieran posible nuestro viaje: le comprábamos romero a la Reme, una gitana que pasea su rotunda belleza sabia por la noche de Sevilla regalando amor y suerte a todo el que se cruza en su camino milenario.

Ya todo lo que rodeaba a Cádiz se había teñido de magia, de ritual, de ceremonia..... Nos sentíamos medio brujas conjurando a algo más poderoso que nuestros propios deseos... Lo éramos.. Lo somos, juntas las dos...

Cádiz es un horizonte en mi vida cotidiana. Cádiz es un hogar que me espera; Cádiz me arrulla cuando mi alma se parte; Cádiz me arropa cuando mi corazón tiene frío; Cádiz me llama cuando yo la sueño y tira de mí cuando me desboco; Cádiz me da la razón por la cual perdí la cabeza, Cádiz me sopla el levante de mi locura;

Cádiz me devuelve el amor que le tengo multiplicado. Cádiz me besa cuando la abrazo....

Ayer me susurró: "No desesperes. Sigo esperando"

2 comentarios:

La Garrapata Vegetariana dijo...

Siempre tenemos esos lugares, que son nuestros paraisos en la Tierra, aquellos en los que no sabemos como (y en realidad tampoco importa) somos felices por el solo hecho de estar ahi. Son magicos, son unicornios de piedra.

Gaddira dijo...

Creo que te entiendo demasiado bien. Es la sensación que recorre mi cuerpo, cuando veo el puente levantado sobre la bahia aun a lo lejos, cuando bajo la ventanilla y su brisa salada se cuela por mi nariz... la gente que te mira de otra manera, que te habla de otra manera, que te piensa de otra manera.

Cadiz tiene algo mágico. Todas las ciudades que nos enseñan a amar la vida lo tienen, y tal vez sea eso lo que mejor se puede aprender en Cadiz: amar la vida.