01 junio 2004

Elvira

No hay luz en la escalera. Aun se ve un poco con la poca claridad que la tormenta le ha dejado lucir al día. Elvira cierra los ojos y se aprieta contra el respaldo del sillón que le da refugio. Frente a ella la vida corre aun más que las nubes que pasan por delante de sus ojos, allí, donde el cristal de la ventana se erige en meridiano de su mundo. Aun no se moja la tierra, pero Elvira sabe que lo hará. Los días de lluvia la tierra amanece pidiendo a gritos sordos agua y Elvira la oye, como oye todo los gritos del mundo, igual que oye gemir al mar y sollozar al viento. Sabe que toca subir, cambiarse de ropa y sumergirse en la cocina, entre el humo del aceite hirviendo y la amarillenta luz del fluorescente. A veces le asalta la idea de no hacerlo, de no volver a hacer nada que no sea estrictamente lo que su cuerpo le pide. Elvira sabe leer perfectamente cada sensación y cada mínimo movimiento de su cuerpo, y conoce lo que quiere, lo que necesita y lo que añora: a él también lo oye gritar, y tan a menudo, que a veces desea ser sorda.
Hubo un tiempo en que Elvira sobrevivió. Otro en que deseó vivir. Hubo un día en que lo hizo y después, murió. Si aun pudiera creer, pensaría que ahora solo es cuestión de esperar la resurrección. Pero Elvira le regaló su fe a la muerte para convencerla de que se la llevara en el mismo recodo del camino en que dejó a la Elvira que había de ser y escogió vivir con la que hoy es. No le queda ni siquiera la esperanza de perder la razón; el psiquiatra mantiene que solo nos traumatiza aquello de lo que no somos responsables directos, aquello de lo que culpamos a otros, aquello que otros nos han impuesto segando así nuestra propia identidad. Elvira siempre se cuidó muy mucho de decidir por ella misma. Todo lo que es , lo es por su propia elección. No hay puertas, pues, a la locura; solo están las tapias. (And each day is just “another brick in the wall”).
Elvira no sabe que aun le queda una última esperanza: existe un papel en blanco sobre la mesa del salón que está en su último mes de embarazo y necesita partera para alumbrar una nueva criatura. Aun no tiene nombre; bien podría llamarse Elvira.

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......Y sigo escribiendo para no convertirme en piedra.......

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