29 septiembre 2005

Sentencia

Hubo como un suave rumor suspendido,
un aroma de prometido beso
y un soplo de luciérnagas bailando
y unas alas pasaron sobre su cabeza con la urgencia del vértigo.




No vio nada
y ya no volvió a oir ningun susurro ni ningun trueno.




No volvió a oir nada.



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