No quería que acabaras vomitado en este andén de mi vida.
No quería que fueras el presente marchito de la nada de ayer.
No quería olvidarme de que cada minuto existía a tu lado.
No quería acordarme de que cada segundo no existió para tí.
Pero algo sin peso te ha borrado de pronto
y no quiero robarte ni una sílaba más.
No preciso el silencio, ni preciso los gritos,
ni deseo las dudas, ni conozco el cristal
con que corté mis venas esperando tu boca.
No hay más sangre debida.
No hay más carne que asar.
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