Quizás están llenos de musgo los dedos y el alma.
Suave, lenta, adormecida, anestésica verdad.
Máculas en mis ojos, el mundo en sepia, en gris, fundido en negro.
Corazón de titán, manos de madre,
labios de arena, lengua de muda, mujer cadaver.
Esta boca mía, cerrada,
no deja escapar la ira, no deja volar el miedo,
no deja marchar la pena, no dejar silbar al viento mi cara soledad.
Estos mis ojos, abiertos,
derraman en gotas, en hilos, en ríos
la luz que me han robado por dentro.
Por lo demás, el silencio.