Una mesa.
Dos sillas, una frente a otra.
Dos tazas de café.
Dos pares de ojos y cuatro manos libres para buscarse o huirse.
Dos bocas sin compromisos para decir y hacer valentías;
O para callar y permanecer valiéntemente inmóviles.
Pies libres para salir huyendo o para dar un paso adelante;
para enredarse bajo la mesa o para retirarse sigilosos de puntillas.
"Por una mirada un mundo...."
Quizás era mucho pedir.
Quizás sí, era mucho exigir.
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