La fruta de los siglos
exprimiendo su jugo en nuestras venas.
Mi alma derramándose en tu carne extendida
para salir de ti más buena,
el corazón desparramándose,
estirándose como una pantera,
y mi vida, hecha astillas,
¡anudándose a ti como la luz a las estrellas!
Me recibes
como al viento la vela.
Te recibo
como el surco a la siembra.
Duérmete sobre mis dolores
si mis dolores no te queman,
amárrate a mis alas,
acaso mis alas te llevan,
endereza mis deseos,
acaso te lastima su pelea.
Tú eres lo único que tengo
desde que perdí mi tristeza!
Desgárrame como una espada
o táctame como una antena!
Bésame,
muérdeme,
incéndiame,
que yo vengo a la tierra
sólo por el naufragio de mis ojos de macho
en el agua infinita de tus ojos de hembra!
Pablo Neruda, 1923
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Hay un lugar en mi piel que pide piel.
Hay un rincón en mi alma que ruega besos.
Hay una llama en mi vientre que manda fuego.
Hay un pellizco en mi pecho que pide agua.
Y una nausea en mis entrañas que ordena ¡Basta!
1 comentario:
precioso poema... tengo la sensación de que ciertos gritos que lanza el cuerpo sólo los oye aquel que nos hace gritar.
Un besito y disfruta
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