22 junio 2004

Maminha

Tiene los ojos profundos, oscuros como su piel, enormemente abiertos al mundo y te empuja a que entres en ellos y lo conquistes entero...Es como el simún, la tormenta del desierto: Llega, sopla, arrasa, te pone la vida al revés,y luego es remanso de paz suprema, dormido en tus brazos, seguro de ser amado tanto como ama.

Cuando abre el grifo, sus manos se aprietan como no creías que fuera posible hacerlo para no dejar escapar ni una gota de tesoro....se lava la cara y con sus labios secos recoge los restos y los traga....Sabe que hay seis botellas en el frigorífico, pero el desierto ha grabado su huella bien hondo en él....

Cuando cae el sol, sus ojos se entristecen, siempre, no importa lo mucho que haya reído durante el día.... Yo sé que piensa en el sol detrás de la duna, en el inmenso capote calado de estrellas que cubre la arena de noche, en la voz de su madre amasando el cous-cous y el pan... Yo sé que huele el dolor de su gente, la rabia de los jovenes sentados en la alfombra escanciando el té, mirandolo caer dentro del vaso como ven caer sus vidas, escurriéndose entre los dedos, sin más horizonte que el espejismo de un hogar robado, expoliado, prometido y negado tantas veces como arena dada a cambio.... Lo sé porque yo también lo he visto, lo he olido, lo he escuchado cantar y lo he sentido arañarme el alma mientras bebía un vaso de té y aprendía a amar la miseria cuando es el precio que hay que pagar por no dejarse doblar el codo y luchar sin tregua contra lo imposible...

Me mira, me sonríe, me abraza fuerte escondiendo la cara en mi cuello... "Estoy muy contento, mamá".... "Y yo también, cariño.".......
Y me siembra la cara de besos y el alma de luz.

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